El feminicidio en México, Centroamérica y en gran parte del continente Latino Americano es como una nueva pandemia. Onze mujeres cada dia son asesinadas por razon de género. Es hora de que toda la comunidad diga: ¡BASTA!
América Latina, vibrante y llena de vida, es también escenario de una de las pandemias más silenciosas y brutales: el feminicidio. Cada día, mujeres son asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, en una espiral de violencia machista que parece no tener fin. Este no es un artículo para leer con indiferencia; es una llamada urgente a la conciencia y a la acción, especialmente dirigida a nosotros, que tanto ama esta tierra, para que juntos exijamos un cambio real.
Un Continente en Alerta Roja
Los números son fríos, pero detrás de cada uno hay una vida truncada, una familia destrozada y una sociedad que falla.
Según datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), en 2022 (último dato consolidado regional), al menos 4.050 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 26 países y territorios de la región. Esto significa que, en promedio, 11 mujeres son asesinadas cada día por razones de género.
Los países con mayor tasa de feminicidios por cada 100.000 mujeres son:
Honduras: 6,1
El Salvador: 3,3
República Dominicana: 2,7
Bolivia: 2,2
México: 1,6
Brasil: 1,3
Argentina: 1,1
Nota: las cifras pueden variar por subregistro y diferencias legales en la clasificación del feminicidio.
Centroamérica: el corredor de la muerte para las mujeres
Honduras: consistentemente presenta una de las tasas de femicidio más altas del mundo. En 2023, el Centro de Derechos de Mujeres (CDM) registró 380 muertes violentas de mujeres, muchas con características de feminicidio.
El Salvador: aunque ha habido una disminución general de homicidios, la violencia contra la mujer persiste. La Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) reportó 68 feminicidios en 2023.
Guatemala: el Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM) y el Observatorio de las Violencias contra las Mujeres reportaron más de 500 muertes violentas de mujeres en 2023, con un alto porcentaje investigado como feminicidio.
La situación en estos países se agrava por la presencia del crimen organizado, la debilidad institucional y una cultura machista profundamente arraigada.
México: un epicentro de dolor
Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) de México, en 2023 se registraron oficialmente 830 víctimas de feminicidio. Sin embargo, organizaciones civiles como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) señalan que la cifra real de asesinatos de mujeres con presunción de feminicidio es mucho mayor, superando los 3,000 casos anuales si se consideran homicidios dolosos de mujeres que no siempre se investigan con perspectiva de género.
Estados como el Estado de México, Nuevo León, y Veracruz suelen encabezar las listas con mayor número absoluto de casos.
La impunidad es alarmante: se estima que menos del 10% de los feminicidios en México llegan a una sentencia condenatoria.
Historias que nos duelen
Para que los números no nos deshumanicen, recordemos algunas historias recientes que sacudieron a la opinión pública:
Debanhi Escobar (México, 2022): El caso de la joven de 18 años desaparecida en Nuevo León y encontrada muerta días después en la cisterna de un motel conmocionó a México. Su historia evidenció fallas garrafales en los protocolos de búsqueda e investigación, la revictimización por parte de autoridades y medios, y la desesperación de una familia clamando justicia. La autopsia inicial fue cuestionada, y una segunda reveló asfixia por sofocación. El caso sigue abierto, símbolo de la impunidad.
Luz Raquel Padilla (México, 2022): Madre de un niño con autismo, fue quemada viva en un parque en Zapopan, Jalisco. Semanas antes, había denunciado amenazas de muerte por parte de un vecino debido a los ruidos que hacía su hijo y había solicitado ser incluida en el programa “Pulso de Vida” (un dispositivo de pánico), pero la ayuda no llegó a tiempo o no fue suficiente.
María Elena Ríos (México, 2019 – actualidad): Saxofonista oaxaqueña atacada con ácido en 2019. Su lucha por la justicia ha sido titánica, enfrentando un sistema judicial que intentó liberar a su agresor (un exdiputado) para que cumpliera prisión domiciliaria. La presión social y mediática fue clave para revertir esta decisión. Su caso impulsó la “Ley Malena” en varios estados, que busca tipificar y castigar con mayor severidad los ataques con ácido.
Avances legales y protección: ¿Suficientes?
Muchos países de la región han avanzado en la tipificación del feminicidio como delito específico y han promulgado leyes integrales contra la violencia de género.
Leyes Modelo: La “Ley Modelo Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres” de la OEA ha sido una guía.
México. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) es el marco principal. Establece mecanismos como las Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), aunque su efectividad es constantemente debatida.
La “Ley Olimpia” es un avance significativo a nivel nacional, sancionando la violencia digital y la difusión no consentida de material íntimo.
Para el stalking (acoso persistente), aunque no siempre tipificado de forma autónoma con ese nombre en todos los códigos penales, las conductas que lo componen (amenazas, hostigamiento, coacción) suelen estar contempladas. Las víctimas pueden solicitar:
Órdenes de protección/restricción (alejamiento), para impedir que el agresor se acerque.
Refugios temporales: espacios seguros para mujeres y sus hijos.
Líneas de atención telefónica especializadas. Como el 911 con protocolos específicos o líneas directas de institutos de la mujer.
Centroamérica: países como El Salvador (Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres) y Honduras (con reformas al Código Penal para incluir el feminicidio) también cuentan con marcos legales.
El Desafío: de la ley a la realidad
La existencia de leyes es un primer paso, pero la brecha entre el papel y la realidad es abismal. Los principales obstáculos son:
Falta de presupuesto y personal capacitado en fiscalías y juzgados.
Corrupción e impunidad.
Persistencia de estereotipos de género en el sistema de justicia, que llevan a la revictimización.
Dificultad para que las víctimas accedan a la justicia y a medidas de protección efectivas y oportunas.
Normalización de la violencia en la sociedad.
Un llamado a la acción
Informémonos y hablemos. Compartamos este artículo. Rompamos el silencio en nuestras familias y círculos sociales.
Exijamos a las Autoridades. Que cumplan con su deber de prevenir, investigar con debida diligencia, sancionar y reparar el daño. ¡Más presupuesto, menos impunidad!
Apoyemos a las Organizaciones Civiles. Son ellas quienes a menudo acompañan a las víctimas y luchan incansablemente por justicia. Busquemos colectivos locales y difundamos su trabajo.
Eduquemos en Igualdad. Desde casa, en las escuelas, en nuestras comunidades. Cuestionemos el machismo en todas sus formas.
No Revictimicemos. Cuestionemos al agresor, no a la víctima. “¿Qué hacía?”, “¿Cómo vestía?” son preguntas que perpetúan la violencia.
Construyamos redes de apoyo. Especialmente para las mujeres migrantes y en situaciones de vulnerabilidad.
El feminicidio no es un “problema de mujeres“, en caso es un problema de como los hombreses tratan las mujeres, es un problema de derechos humanos que nos concierne a todos. Es una herida abierta en el corazón de Latinoamérica. Sanarla requiere el compromiso de cada uno de nosotros.