Según el santo irlandés el Papa Francisco sería el penúltimo Papa. Después de él vendrá Pedro Romano. Será testigo del fin de Roma y del mundo. Según otros, podría significar el fin de una era y el comienzo de una nueva. También existe la tercera hipótesis: ¡una noticia falsa del pasado!
En las últimas semanas, la profecía de Malaquías, del siglo XII, ha vuelto a estar de rabiosa actualidad. No se trata de Nostradamus, sino de San Malaquías O’Morgair, un arzobispo irlandés que llegó en peregrinación a la tumba de San Pablo en Roma, quedó fascinado y se inspiró en una larga lista de profecías relativas a los padres de la Iglesia.
La profecía de Malaquías: ¿por qué debemos creerla?
La profecía atribuida a San Malaquías O’Morgair consiste en una serie de breves lemas en latín que describen a los papas (y a algunos antipapas) empezando por Celestino II (elegido en 1143). La lista concluye con un lema 112 y una profecía más extensa sobre una persona llamada «Pedro Romano».
Es fundamental subrayar que la veracidad y autenticidad de esta profecía es ampliamente discutida por historiadores y estudiosos de la historia eclesiástica. El texto de la profecía apareció por primera vez en 1595, cuando fue publicado por el monje benedictino Arnoldo Wion en su obra Lignum Vitæ. Muchos creen que la profecía fue creada en esa época, quizá para influir en la elección papal de entonces.
Los lemas y su interpretación
Los lemas proféticos más antiguos muestran una notable precisión a la hora de describir las características de los papas a los que se refieren, a menudo haciendo referencia a su lugar de nacimiento, escudo de armas familiar o nombre. Esta precisión es uno de los argumentos utilizados por quienes afirman un origen más antiguo. Sin embargo, esta precisión disminuye significativamente con los papas posteriores al siglo XVI, haciendo que las descripciones sean más vagas y abiertas a diferentes interpretaciones.
En cuanto al Papa Francisco, el lema asociado a él es «In persecutione extrema S.R.E. sedebit», que significa «Se sentará durante la última persecución de la Santa Iglesia Romana». Esta frase se ha interpretado de varias maneras, algunos la ven como una referencia a los retos y dificultades a los que se enfrenta la Iglesia en el mundo contemporáneo, otros más literalmente como un periodo de intensa hostilidad.
Pedro Romano y el fin de Roma
Tras los 111 lemas, la profecía concluye con un párrafo en el que se describe el pontificado de «Petrus Romanus» (Pedro Romano):
In persecutione extrema S.R.E. sedebit.
Petrus Romanus, qui pascet oves in multis tribulationibus: quibus transactis civitas septicollis diruetur, et judex tremendus judicabit populum suum.1 Finis.
Traducido:
“Durante la última persecución de la Santa Iglesia Romana se sentará.
Pedro Romano, que pastoreará sus ovejas a través de muchas tribulaciones: cuando éstas hayan pasado, la ciudad de las siete colinas será destruida, y el temible juez juzgará a su pueblo. Fin.”
Esta parte de la profecía es la que ha generado más especulación y temor. La expresión «ciudad de las siete colinas» es una referencia histórica a Roma. La interpretación más literal de este pasaje sugiere que, tras el pontificado de «Pedro Romano», Roma será destruida y se producirá el Juicio Final.
La Iglesia siempre ha considerado estas profecías con escepticismo.
Existen diferentes interpretaciones sobre «Pedro Romano». Algunos creen que el Papa Francisco es el último Papa antes de esta figura, mientras que otros piensan que puede haber otros Papas en medio. La identidad de «Pedro Romano» sigue siendo un misterio: algunos han especulado con la posibilidad de que sea un Papa de origen romano (aunque ningún Papa ha llevado nunca el nombre de Pedro), o que el nombre tenga un significado simbólico.
Es importante reiterar que la Iglesia católica no reconoce oficialmente la Profecía de Malaquías como auténtica o de inspiración divina. Muchos teólogos y eruditos la consideran una mistificación tardía. La fe católica se basa en la Sagrada Escritura y en la Tradición, no en profecías, especialmente en las de dudoso origen histórico. Sin embargo, el sentido de lo mágico y adivinatorio capta el interés del más humilde o del más ignorante, aunque sea adinerado. Así, el aspecto adivinatorio, la mala suerte y el azar siempre salen a relucir.
El contexto actual y los temores apocalípticos
Las crisis mundiales y la pandemia han alimentado este tipo de preocupación apocalíptica. En tiempos de incertidumbre y dificultad, el anuncio del fin de los tiempos recibe más atención. Parece una consecuencia lógica. Sin embargo, es crucial evitar ceder a interpretaciones catastrofistas que no se apoyan en sólidos fundamentos históricos o científicos.
Desde la perspectiva de la Iglesia católica, sólo Dios conoce el final de los tiempos (Mateo 24:36). Centrarse en profecías no reconocidas puede desviar la atención de la verdadera vocación cristiana: vivir el Evangelio, amar al prójimo y dar testimonio de la fe en el mundo actual. Si uno cree en Dios, no puede esperar que Él revele una fecha tan importante a través de profecías.
Demasiados autodenominados cristianos no conocen el Evangelio o a menudo lo olvidan.
Esto se puede ver en cómo la gente del mundo que se llama cristiana trata a los inmigrantes, es propensa al dinero, practica el egoísmo en lugar de la tolerancia y se dedica a construir muros en lugar de puentes. Como dijo el Papa Francisco.
En conclusión, la de Malaquías es de dudosa autenticidad. Aunque la figura de «Pedro el Romano» y la profecía de la destrucción de Roma ejercen cierta fascinación y generan especulaciones, es esencial abordar estas cuestiones con cautela y discernimiento. Quien tiene fe no debe fiarse de las profecías apocalípticas, sino de la palabra de Dios y de la enseñanza de la Iglesia. Los temores sobre el fin del mundo son comprensibles en tiempos difíciles, pero la esperanza cristiana reside en la confianza en la divina providencia y en la promesa de la salvación en Cristo, independientemente de las profecías. Para los laicos, por supuesto, creer en ciertas predicciones no es más que una pérdida de tiempo. Están desfasadas. Son noticias falsas, aunque sean del pasado.
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