Apagon-Imagen de Alexandra_Koch en PixabayApagon-Imagen de Alexandra_Koch en Pixabay

La era del consumo desmesurado de energía nos expone a riesgos. Debemos encontrar soluciones anticipadas para evitar un posible colapso que podría causar daños irreparables. El uso de energías renovables y de redes regionales autónomas es cada vez más urgente.

España, Portugal y partes del sur de Francia sufrieron el lunes 28 de abril un apagón eléctrico que paralizó las zonas afectadas durante varias horas. A partir de las 12.30pm horas del mismo día en España, la electricidad volvió gradualmente y sólo a la 1.30am horas se restableció casi al 100%. En Portugal, el operador nacional informó de que más de 6,2 millones de hogares -de un total de 6,5 millones- ya habían recibido electricidad durante la noche.

Ocurrió de todo, causando aprensión entre la gente

El apagón paralizó los metros de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, dejó sin luz los semáforos y sin electricidad el aeropuerto de Barajas. La interrupción también causó problemas en las líneas telefónicas y la cancelación del Open de Tenis de Madrid. La gente se quedó atrapada en ascensores, en un tráfico caótico, en casas sin electricidad para cocinar, sin televisión, sin información, y los que tenían el teléfono muerto ni siquiera podían llamar. También hubo varios accidentes y víctimas mortales.  Dos ancianos y su hijo de 56 años fueron encontrados muertos en su casa de Taboadela (Galicia), al parecer por intoxicación de monóxido de carbono. Se utilizó un generador para conectar el respirador de uno de los padres, que liberó el gas venenoso. Otra mujer de 46 años de Alzira (Valencia), en el sureste de España, que estaba conectada a un respirador de oxígeno como apoyo, murió después de que la máquina se quedara sin energía.

Debemos darnos cuenta de que nos hemos vuelto frágiles

Vivimos en una era en la que la energía es el motor de todos los aspectos de nuestra existencia. De la infraestructura digital al transporte, de la industria a la vida doméstica, nuestro modelo de desarrollo se basa en un consumo cada vez mayor de recursos energéticos. Sin embargo, esta dependencia nos expone a riesgos cada vez más graves, como demostró el apagón que afectó a España, Portugal y parte de Francia el 28 de abril, paralizando dos países y causando gran preocupación. Un suceso así no es sólo un inconveniente temporal, sino una llamada de atención que nos obliga a replantearnos nuestro abastecimiento energético, su distribución y la necesidad de acelerar la transición hacia fuentes limpias y resilientes. 

El incidente del 28 de abril: anticipo de un futuro frágil

Lo ocurrido no es un caso aislado. Un fallo en la red eléctrica provocó un apagón a gran escala, bloqueando el transporte, la fabricación, los servicios esenciales e incluso las comunicaciones. Sin energía, las sociedades modernas se paralizan. Aún no se han precisado las razones del fallo, pero sea como fuere, el problema es que puede repetirse por causas muy diversas.

Todo el sistema de producción, bienestar y comunicación se paraliza.

Los daños son múltiples. Las fábricas se paralizan, con el consiguiente perjuicio económico inmediato y la pérdida de puestos de trabajo.  Los hospitales tienen que recurrir a generadores de emergencia, poniendo vidas en peligro.  Si el apagón continúa, el uso de generadores también puede sufrir dificultades, por ejemplo para encontrar combustible.  También se colapsan los transportes: los trenes se paran donde están, los semáforos permanecen apagados, los aeropuertos se vuelven locos, los aviones en vuelo corren más riesgos. El sector financiero se paraliza, con posibles repercusiones en los mercados mundiales.  Este apagón demuestra lo vulnerables que son nuestras sociedades. Y a medida que aumente la demanda de energía -impulsada por la electrificación del transporte, la digitalización y el crecimiento demográfico-, el riesgo de nuevos colapsos irá en aumento. 

El consumo de energía no sólo no da señales de disminuir, sino que aumentará

A pesar de las advertencias sobre el cambio climático y el agotamiento de los recursos, el consumo mundial de energía sigue creciendo. Hay muchas razones para ello. El crecimiento económico y demográfico de países en vías de desarrollo como India y China está aumentando sus necesidades energéticas, mientras que Occidente lucha por reducir su consumo y lo verá aumentar debido al desarrollo tecnológico y a las actividades manufactureras que están llamadas a crecer. Esto se debe a la digitalización y la inteligencia artificial. Los centros de datos, las criptomonedas y las redes 5G requieren enormes cantidades de electricidad.  Movilidad eléctrica. Aunque el abandono de los combustibles fósiles es positivo, millones de vehículos eléctricos aumentarán la presión sobre las redes. Resistencia al cambio. Los lobbies del petróleo y el gas, junto con la lentitud de las políticas verdes, frenan la transición energética.  En este contexto, reducir el consumo parece utópico. La única forma de avanzar es conseguir una energía más limpia, eficiente y descentralizada. 

La transición energética: no sólo renovables, sino también resiliencia 

Invertir en renovables (solar, eólica, hidráulica) es crucial, pero no suficiente. El apagón ibérico demuestra que las redes eléctricas tradicionales son frágiles y deben replantearse.

He aquí algunas posibles soluciones: 

Microrredes y descentralización energética: una red centralizada es más vulnerable a fallos y ciberataques. Las microrredes -redes locales autónomas alimentadas por energías renovables y baterías- pueden garantizar la energía incluso en caso de apagones nacionales.

Almacenamiento avanzado y baterías: la energía solar y eólica son intermitentes. Para evitar crisis, se necesitan potentes sistemas de almacenamiento, como baterías de litio-hierro-azufre de nueva generación o centrales hidroeléctricas de bombeo. 

Redes inteligentes e inteligencia artificial.  Redes inteligentes que equilibran la oferta y la demanda en tiempo real, reduciendo el despilfarro y la sobrecarga. La inteligencia artificial puede predecir los picos de consumo y optimizar la distribución. 

Diversificación de las fuentes. Además del sol y el viento, es necesario invertir en hidrógeno verde, energía geotérmica y energía nuclear de nueva generación (como los reactores modulares SMR). 

Reducir los residuos. La eficiencia energética en los edificios, la industria y el transporte puede reducir el consumo sin sacrificar el bienestar. 

¿A qué nos enfrentamos si no hacemos nada?

En cualquier caso, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, afirmó que «el Gobierno tiene dos prioridades claras: consolidar el restablecimiento de nuestro sistema eléctrico al 100% y averiguar qué ha pasado para evitar que vuelva a ocurrir». «El Gobierno de España llegará al fondo de lo sucedido y tomará las medidas necesarias para que no vuelva a ocurrir».

Sin embargo, si seguimos dependiendo de redes obsoletas y fuentes contaminantes, los apagones serán cada vez más frecuentes y devastadores. Es necesario un cambio de estrategia para evitar las consecuencias. Es decir, crisis económicas recurrentes debidas a interrupciones de la producción. Aumento de los conflictos geopolíticos por el control de los recursos. Catástrofes medioambientales relacionadas con el calentamiento global. 

El apagón del 28 de abril fue una advertencia no sólo para la Península Ibérica, sino para todos los países. No podemos permitirnos esperar al próximo colapso. Necesitamos inversiones masivas en tecnologías limpias, más cooperación internacional y políticas audaces.

Carlo Raspollini

Por Carlo Raspollini

Periodista, presentador, autor, director y productor con una destacada trayectoria de más de 40 años en la Rai y otras cadenas líderes de radio y televisión en Italia. Especialista en consultoría gastronómica y sumiller AIS. Ideator de Eventos internacionales y format para radio-tv-web, combinando su pasión por la comunicación, marketing, advertising, con la cultura enológica y el medio ambiente.

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