El Papa Francisco es el jefe de la mayor organización religiosa, con un Jubileo y una situación mundial inestable por delante, y con muchos enemigos dispuestos a demoler la renovación que él desea firmemente, en el signo de San Francisco de Asís.
En la audiencia del 5 de febrero, el Papa apareció fatigado y tanteado por una gripe que le obligó a suspender su discurso por falta de aliento. Por este motivo, el Papa Francisco ha sido hospitalizado durante varios días en el Hospital Gemelli. El cuadro clínico es grave aunque todavía no muy grave.
Infección polimicrobiana de las vías respiratorias.
¿Qué enfermedad padece? Tiene una infección polimicrobiana de las vías respiratorias. En términos médicos se denomina «neumonía bilateral», que requiere tratamiento farmacológico en un cuadro clínico por lo demás complejo. Este es el boletín oficial de los médicos. No tiene fiebre, está lúcido, habla con su personal. Su proverbial buen humor le ayuda a mantenerse activo. Lee la prensa, mantiene contactos telefónicos, aunque ha tenido que aplazar todos sus compromisos oficiales. Confinado a una silla de ruedas desde hace tiempo, con dolores constantes desde 2021, el Papa Francisco también tuvo que ser operado de una hernia.
La preocupación por el cuadro clínico se basa en que Bergoglio tiene un pulmón reducido tras una infección de tuberculosis. Esto hace que su capacidad de respuesta a la enfermedad sea más frágil.
El Papa establece las normas para los funerales en tono sombrío
El Pontífice es un hombre de gran inteligencia y razonamiento. No oculta que su avanzada edad y su cuadro clínico suponen serias exigencias para su estado de salud. Tanto es así que ha manifestado abiertamente cómo deben desarrollarse sus exequias. Es decir, de la manera menos formal posible, «con dignidad y como cualquier cristiano». Había dicho en entrevistas que no quiere ser exhibido en un catafalco, revelando que será enterrado en Santa María la Mayor y no en la basílica de San Pedro. Bergoglio quiere que se simplifique el acto. El cuerpo colocado en un ataúd de madera cerrado y no expuesto en el ataúd de zinc. Si a estos signos se añade la evidente afluencia de cardenales a Roma, procedentes de todos los rincones de la tierra, uno se apresura a pensar que estamos ante la inminencia de un posible Cónclave.
El Jubileo cae en un momento dramático para la situación mundial
También nosotros estamos a la vista de un Jubileo. Pensar en tener que gestionar los funerales de un Papa durante un Jubileo ya es algo que horroriza a las autoridades vaticanas, por supuesto. Luego, imaginar un Cónclave, con los cardenales encerrados en la Capilla Sixtina, mientras fuera millones de peregrinos esperan ansiosos la fumata blanca, arroja a la incertidumbre no sólo a los fieles, sino a gran parte de la humanidad. En estos momentos se está decidiendo el destino de la guerra en Ucrania y de las masacres en Oriente Medio. Más de 50 conflictos tienen lugar en todo el mundo. El propio equilibrio mundial está experimentando el mayor cambio en 80 años. Nunca la humanidad ha estado tan cerca de una crisis económica (esperemos que no militar) que pudiera comprometer su futuro. Un cambio en la dirección de la Iglesia católica se vive como un motivo adicional de gran preocupación, casi una señal divina de una posible fatalidad.
La batalla por la sucesión y el intento de restauración en la Iglesia del papa Francisco
El Papa piensa en cómo proteger su legado de ideas e instituciones y hombres colocados en puestos clave. Mientras comienza el ballet de los ‘cuervos‘ que querrían cambiar la ‘política vaticana’ de Bergoglio en su propio beneficio. Ante todo, el nuevo presidente Trump, que querría un perfil ‘más dócil’ para el nuevo Papa, como reclama el bando clerical tradicionalista opuesto al Papa Francisco. La batalla por la sucesión ha comenzado, aunque todavía bajo el radar, pero tengan por seguro que emergerá en el Cónclave y después.