Vestirse con ropa antigua, ya sea de los abuelos o comprada en tiendas especializadas, está de moda, pero aún más, es barato
Ya en los años 60 surgieron las primeras tiendas de segunda mano, pero luego, con el tiempo, vestirse con ropa anticuada o pasada de moda se convirtió en una opción específica, para darse un aspecto identificable. Para otros, sirve para ahorrar dinero en comparación con las últimas prendas. La diferencia de precio se ha hecho cada vez más abismal con el paso del tiempo. Sin embargo, las prendas atemporales conservan una identidad estilística considerable y un encanto retro que llama la atención. Por eso muchos prefieren ir a los centros outlet y comprar ropa del año pasado o más. En lugar de dejarse desplumar por las marcas de diseño más famosas. Además de la ropa, poco a poco, muchos accesorios también han entrado en esta gama. A estas alturas, se vende más ropa pasada de moda que nueva, y la nueva, al fin y al cabo, sólo es deseable para una pequeña élite, mientras que para todos los demás queda la esperanza de que pronto se conviertan en codiciados objetos del pasado.
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Vestir bien es una habilidad cada vez más rara
Vestir bien requiere gusto y ojo. También experiencia, pero hay quien tiene el don. La ropa sigue haciendo al monje, al menos en apariencia. Así que hay quien puede y quien no, y esto también forma parte de la identidad de cada uno. También hay que decir que, con el paso de los años, la población mundial ha perdido el gusto por saber vestirse. Y hacen alarde de ello. Cada vez son más, sobre todo las generaciones más jóvenes, las que adoptan prendas sencillas, banales y sin estilo, como los chándales. La superposición de diferentes estilos se ha impuesto. La gente compra al azar. Sin gusto. Sin una razón, aparte de lo que me gusta y lo que he encontrado a primera hora de la mañana en el armario. A menudo se lleva la prenda del hermano, de la hermana, del cónyuge. Todo va junto.
Hubo un tiempo en que a los Italianos se les reconocía por su forma de vestir
Los italianos y los franceses, conocidos en todo el mundo como los pueblos que más se esfuerzan por dar una imagen de elegancia, la están perdiendo poco a poco. Sólo una pequeña minoría, concentrada sobre todo entre Milán y Florencia, Turín, Bolonia y las ricas ciudades de Emilia, sigue preocupándose por tener estilo en el vestir. Pero cada vez son menos, y ahora es difícil ver en su estilo algo más duradero que lo experimental. Como en otros sectores, la gente elige en función del precio y no del modelo, el color o la originalidad. Cuando hay quien hace esto, uno se echa a llorar ante las opciones. Triunfan los colores vivos, las lentejuelas, los brillos, los zapatos altos y toscos, los tacones cuadrados. Los chicos caminan por la calle como si acabaran de levantarse de la cama. Se calzan unas zapatillas y es más, ¡hasta se ponen calcetines!
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La tendencia es hacia lo informal y cuando hay que ir clásico se hace obrobrium
Para el vintage nos centramos en aquellas prendas que pueden llevarse en las circunstancias más diversas. Por eso nos fijamos en las americanas, las chaquetas de algodón, las camisas deportivas, las faldas pantalón estilo vaquero. Los horribles pantalones rotos han invadido ya todas las latitudes. Para mí son una aberración visual, un recuerdo de la ropa que tenía que ver con labores que disminuyen y que ya nadie quiere hacer, salvo los inmigrantes.
Los sitios en línea ofrecen compras fáciles, con catálogos bien surtidos, donde la cantidad de modelos que se ofrecen hace que a uno le dé vueltas la cabeza.
Si hay una boda, una ceremonia, una graduación y hay que llevar algo elegante ¡mamá mía! Pantalones con raya, satinados, brillantes impregnados. Solapas de chaqueta, o las solapas ya no son las clásicas con muesca, no. Ni las solapas en punta o de chal. Son solapas enormes o sin solapas, al estilo de los primeros Beatles. En la ropa de mujer abundan los abullonados, las transparencias indecentes, los cordones que deberían ser sexys, los colores deslumbrantes. ¿Y las uñas? Ya has visto de qué color son las uñas. Atrás quedó el magenta o el granate o el marfil, ahora son blancas, amarillas, verdes, ¡azules! O sólo se pinta la punta, las uñas son posticolores, muy largas, indecentes e incómodas para quienes tienen que teclear en ordenadores y teléfonos, así todas.
Las grandes plataformas comerciales facilitan las compras, pero acaban con los comercios y el tejido urbano
Comprar es ahora más fácil y barato gracias a Internet. Un clic y se pone todo en la cesta virtual. Otro clic y la mercancía se paga con tarjeta de crédito. En tres días llegará a tu casa. Hubo un tiempo en que había que salir, mirar, elegir, luego aparcar, caminar, probar, y no había tanta oferta como ahora con Amazon, E bay, Alibabá… Pero esta tendencia está matando a las pequeñas tiendas, a los artesanos, a los centros de las ciudades. Las ciudades del mundo tienden todas a parecerse. A su alrededor sólo barrios dormitorio y en el centro una retahíla de tiendas de chinoiserie, locales de comida rápida, salas de atracciones, centros comerciales, restaurantes, pizzerías, salas de internet. En las calles los zombis se visten o se desvisten mal, predomina el color negro, los zapatos desatados, las corbatas escasas, los snakers, las chaquetas con capucha, los joggin suits.
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Mezcla todo, lo viejo y lo nuevo, lo masculino y lo femenino
Mezcla lo viejo y lo nuevo, lo roto y lo intacto, lo holgado y lo ajustado. Hay países donde priman las pieles y otros donde prevalece el estilo holgado. Por la noche, las chicas llevan minifaldas que corren el riesgo de ser sólo una cinturilla, o botas ojo de gato, llevan el mismo corte de pelo. Los chicos prácticamente no tienen estilo. Van desaliñados, desaliñados, desaliñados como Johnny Deep en el cine e incluso cuando pasea, pero lleva ropa de diseño. Cada generación encuentra su manera de escandalizar a los adultos. Eligen vestir desaliñados pero cómodos, pase lo que pase en el momento. Pero el modelo bello y desaliñado sigue siendo tan válido para los chicos como lo fue para James Dean. Para las chicas, el modelo de muñeca hinchable con poca ropa parece seguir prevaleciendo. No hay más que ver en tik tok e instagram las tías que se ponen a la venta, porque eso es lo que parecen ser estas redes sociales: un muestrario. La moda reggaetonera impuso entonces sombreros con visera, gafas negras con los ojos vendados, collares de bronce dorado, crucifijos, pendientes, piercings y tatuajes que a veces sustituyen a la propia ropa. Al fin y al cabo, si te los haces, quieres lucirlos, ¿no? ¿Qué sentido tiene vestirse y taparlos?
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