¿Quién impulsó realmente la ley que reconoce la ciudadanía a los italianos en el extranjero?
Una pregunta más actual que nunca, especialmente para quienes han nacido lejos de Italia y desean reconectar con sus raíces.
Porque antes de opinar, es fundamental conocer la historia.
Este artículo no es una lección de política, sino un acto de memoria. Un recordatorio para quienes no lo saben… y para quienes, sabiéndolo, prefieren olvidarlo convenientemente.
🧭 Un poco de historia que no enseñan en las redes
A lo largo de los años, con el aumento de solicitudes de ciudadanía italiana “iure sanguinis” (por descendencia), se ha hablado mucho sobre esta ley. Pero pocos conocen su verdadero origen y a su verdadero autor: Mirko Tremaglia.
Tremaglia fue ministro para los Italianos en el Mundo, político histórico de la posguerra y principal promotor de la Ley 459 del 27 de diciembre de 2001, conocida como Ley Tremaglia, que reconoció el derecho al voto de los italianos residentes en el exterior y sentó las bases para una ciudadanía italiana plena también fuera del territorio nacional.
(Él soñaba con una Italia fuerte incluso más allá de sus fronteras. Y supo ver lo que otros aún no veían.)
Pero su legado va más allá: fue el primer – y hasta hoy único – verdadero Ministro para los Italianos en el Mundo, con un ministerio propio y recursos concretos.
Un cargo creado para dar voz institucional a millones de italianos y sus descendientes en el exterior.
👉 Este ministerio fue eliminado en 2006 por el gobierno de Prodi, en silencio, como si ya no hiciera falta.
Una decisión que muchos desconocen, pero que marcó el inicio de una etapa de olvido institucional hacia quienes representan a Italia más allá de sus fronteras.
Tremaglia no actuó por cálculo electoral, sino por visión política y amor por la comunidad italiana mundial. Su objetivo: mantener vivos los lazos de identidad, historia y pertenencia con todos los hijos de Italia, sin importar dónde vivieran.
🧩 Hoy: entre proclamaciones e hipocresía
Por eso resulta preocupante – e incluso indignante – ver hoy cómo algunos parlamentarios de la oposición italiana intentan presentarse como defensores de esta ley.
Sí, los mismos que durante años la criticaron, quisieron limitarla o eliminarla.
Ahora que están en la oposición, se visten de «paladines» de la ciudadanía italiana en el exterior.
Pero sabemos reconocer la diferencia entre una convicción real y un discurso oportunista.
Porque cuando estuvieron en el poder, hicieron lo posible para reducir ese derecho.
⚖️ La verdad que no se puede negar
La verdad es clara y documentada:
El único verdadero defensor histórico de la ciudadanía italiana en el exterior se llamó Mirko Tremaglia.
Y no estaba precisamente en el campo político de quienes hoy hacen ruido desde la oposición.
Tremaglia entendió que la ciudadanía no es solo un documento legal. Es un vínculo afectivo y cultural con Italia, una identidad compartida que trasciende fronteras.
Por eso defendió el derecho de aquellos que, aun naciendo lejos, llevan Italia en la sangre, en el apellido, en la cultura y en el corazón.
🔻 También desde la mayoría: traiciones silenciosas
Y no se trata solo de la oposición.
También algunos políticos de la actual mayoría, que se declaran herederos de Mirko Tremaglia, están traicionando su legado con actos y silencios peligrosos.
Porque decir que “la ciudadanía es una cosa seria” mientras se propone limitarla, condicionar su transmisión, o poner obstáculos burocráticos y culturales, no es protegerla, sino vaciarla de sentido.
Mirko Tremaglia no defendía una ciudadanía exclusiva ni elitista.
Defendía una Italia abierta al mundo, orgullosa de su gente más allá de sus fronteras.
Reducir derechos, levantar barreras o cuestionar la italianidad de los descendientes no es modernizar la ley: es negarla.
🛑 No olvidemos
En tiempos de redes sociales y frases vacías, vale la pena recordar quién realmente construyó puentes entre Italia y su comunidad en el mundo.
Y también vale la pena denunciar la incoherencia de quienes hoy defienden lo que ayer quisieron destruir.
La ciudadanía italiana en el extranjero no es un privilegio. Es un derecho ganado con coherencia, trabajo y respeto por nuestras raíces.
Quien hoy la utiliza con fines políticos, no honra esa lucha, ni a quienes la iniciaron con dignidad.