América Latina, poseedora del 58% de las reservas mundiales en el llamado “Triángulo del Litio” (Argentina, Bolivia, Chile), enfrenta una contradicción brutal. ¿Sacrificar ecosistemas únicos y comunidades ancestrales para alimentar la transición energética de países industrializados?
En las áridas tierras de la Puna argentina, el Salar de Atacama chileno y el altiplano boliviano yace un tesoro del siglo XXI: el litio. Este mineral esencial para baterías de vehículos eléctricos y almacenamiento de energías renovables ha desatado una fiebre extractiva sin precedentes. América Latina, poseedora del 58% de las reservas mundiales en el llamado “Triángulo del Litio” (Argentina, Bolivia, Chile), enfrenta una contradicción brutal: sacrificar ecosistemas únicos y comunidades ancestrales para alimentar la transición energética de países industrializados . Mientras el mundo celebra reducciones de emisiones de CO₂, en los salares se libra una batalla silenciosa donde el agua vale más que el metal.
I. El costo ambiental: Sed en el desierto
a) El robo invisible del agua
– Evaporación masiva: La técnica predominante de extracción (evaporación en pozas) consume 2 millones de litros de agua por tonelada de litio en salares como Olaroz (Argentina) o Atacama (Chile). En la Puna, donde llueve menos de 200 mm anuales, esto equivale a secar el futuro .
– Alteración hidrológica: En Catamarca (Argentina), el bombeo de salmuera secó el Río Trapiche, dejando a comunidades atacameñas sin agua para pastoreo. Estudios técnicos confirman que el nivel freático baja 50-120 cm/año en zonas mineras .
– Salinización mortal: La mezcla de salmueras con acuíferos de agua dulce contamina reservorios subterráneos. En Salinas Grandes (Argentina), esto amenaza la agricultura y ganadería ancestral .
b) Ecosistemas en terapia intensiva
– Humedales altoandinos: Estos “oasis de biodiversidad” albergan flamencos andinos, vicuñas y queñoas. En el Salar del Hombre Muerto (Argentina), la minería redujo 30% del hábitat de flamencos en una década .
– Desechos tóxicos: Por cada tonelada de litio se generan 100 toneladas de residuos salinos. Apilados a cielo abierto, la lluvia los escurre hacia suelos y napas . “No podemos salvar el clima sacrificando ecosistemas únicos. La transición debe ser justa o no será” — Comunidades Atacameñas, 2024 .
II. El conflicto social: Desarrollo para ¿quién?
a) Comunidades fracturadas
– Empleo vs. identidad: En Susques (Argentina), Anahí Jorge, de 23 años, defiende su trabajo en la mina: “El litio es malo y a la vez bueno. Nos perjudica el agua pero da empleo“. Su salario cuadruplica el de un empleado municipal, pero el 60% de la población depende ya de la minería, erosionando economías tradicionales .
– División interna: Según la politóloga Melisa Argento, la minería genera “conflictos intracomunitarios”: quienes obtienen empleo vs. quienes sufren sequía. En Salinas Grandes (Argentina), las empresas dieron incentivos a familias para dividir resistencias .
b) Derechos indígenas pisoteados
– Consultas fraudulentas: En Jujuy (Argentina), los Estudios de Impacto Ambiental omiten la consulta libre e informada exigida por el Convenio 169 de la OIT. Las autorizaciones mineras son “un formalismo” sin evaluar impactos acumulativos .
– Criminalización: Román Guitián, cacique de los Atacameños del Altiplano (Catamarca), enfrentó amenazas por denunciar la sequía del Río Trapiche. Tras años de lucha, logró que la Corte Provincial suspendiera siete proyectos mineros .
III. Geopolítica del litio: Neoextractivismo del siglo XXI
a)La carrera global por el “oro blanco”
México tiene una estrategia de nacionalización del litio. Sin embargo, existe una sobreexplotación de los acuíferos en Zacatecas. Bolivia propone contratos poco transparentes con las multinacionales, lo que se traduce en una falta de claridad similar en las licitaciones. Por último, en 2021, el gobierno chileno licitó 400,000 toneladas de litio a empresas privadas mediante Contratos Especiales de Operación (CEOL), con vigencia hasta 2050. Empresas como la china BYD y la chilena Servicios y Operaciones Mineras del Norte obtuvieron derechos de explotación. Adicionalmente, el acuerdo entre la estatal Codelco y SQM (2023) extiende operaciones en el Salar de Atacama hasta 2060, duplicando la producción a 300,000 toneladas anuales. La Estrategia Nacional del Litio (2023) establece que el Estado debe ser socio obligatorio en nuevos proyectos, pero mantiene concesiones a privados en 26 salares, incluyendo Ascotán, Ollagüe y Coipasa
Violaron los derechos de las comunidades indigenas
Pero al hacerlo ha privatizado los salares sin consultar a las poblaciones indígenas. Una falta de respeto hacia las minorías que podría tener consecuencias políticas. Comunidades atacameñas y collas denuncian que los acuerdos (como el de Codelco-SQM) se realizaron sin su consentimiento libre e informado, violando el Convenio 169 de la OIT. El Consejo de Pueblos Atacameños señaló que el acuerdo se hizo “a sus espaldas” En enero de 2024, comunidades indígenas bloquearon accesos al Salar de Atacama exigiendo participación en las decisiones. Sonia Ramos, activista atacameña, enfatizó: “Nuestra cultura vive con la agresión de la extracción de litio por el tema del agua”. Las consultas indígenas impulsadas por el gobierno son criticadas por su carácter “exhaustivo y poco transparente”. Leydi Sandon (comunidad Coyo) demandó arbitraje independiente para garantizar justicia
b) La ironía climática
– Zonas de sacrificio: Para fabricar baterías de autos eléctricos en Europa/EE.UU., se devastan humedales en Latinoamérica. Como resume Camila Cruz (19 años, Susques): “Nuestros abuelos tienen campos cerca de la minera. Cuando exportan el litio, dejan un desierto” .
– Falsa solución: Isabel Velázquez (REMA-México) cuestiona: “El litio fortalece un transporte privado que causó la crisis climática. ¿Cómo puede ser solución?” .
IV. Tecnología y regulación: ¿Es posible otro modelo?
a) Innovaciones prometedoras
– Extracción Directa de Litio (EDL): Técnicas electroquímicas probadas por científicos argentinos (CIDMEJu) reducen 80% el consumo de agua y el tiempo de producción de 24 meses a horas. Aún son caras y requieren energía solar .
– Economía circular: Reciclaje de baterías usadas podría cubrir 25% de la demanda global para 2030, reduciendo presión extractiva .
b) Fallos judiciales históricos
– Caso Catamarca (2024): La Corte Provincial ordenó suspender proyectos en el Salar del Hombre Muerto hasta realizar estudios ambientales integrales. Un precedente para toda la región .
– Acuerdo de Escazú: Aunque ratificado por Argentina, su aplicación es débil. Exige acceso a información, participación y justicia ambiental, pero gobiernos provinciales ocultan datos .
Hacia una transición justa o un nuevo colonialismo verde
El litio expresa la gran contradicción de nuestra era: la lucha contra el cambio climático no puede replicar las injusticias que causaron la crisis. Mientras empresas y gobiernos repiten que el mineral es “estratégico”, las comunidades altoandinas preguntan: “¿En qué nos beneficia? No tenemos autos eléctricos, pero nos quitan el agua” .
Tres caminos urgentes
1. Moratoria en zonas críticas: Prohibir minería en humedales altoandinos y Sitios Ramsar, como propone Wetlands International .
2. Tecnología con control comunitario: Implementar EDL con energía solar, gestionada por cooperativas indígenas.
3. Tratado global de responsabilidad: Que países consumidores (UE, EE.UU., China) compensen daños socioambientales.
El fallo de Catamarca muestra que la resistencia local puede ganar. Como dijo Román Guitián tras su victoria: “No somos antimineros. Exigimos que trabajen bien” . En esa frase está el futuro: un modelo donde la transición energética no sea otro nombre para el sacrificio de los invisibles.