¿Podemos usar el agua del mar para beber y aliviar las crisis de sequía en regiones vulnerables como Centroamérica?
En un planeta que parece estar cubierto de agua, la paradoja de la escasez hídrica afecta a millones de personas cada año. Aunque el 71% de la superficie terrestre está cubierta por agua, solo el 2.5% es agua dulce, y de esa pequeña fracción, menos del 1% está disponible para el consumo humano. El resto se encuentra atrapado en glaciares, capas de hielo o en aguas subterráneas de difícil acceso.
La desalinización: una esperanza azul
Claro que se puede usar el agua del mar. La tecnología ya existe: se llama desalinización, el proceso mediante el cual se elimina la sal y otras impurezas del agua marina para convertirla en agua potable. Países como Israel, Arabia Saudita y Australia ya dependen en gran parte de esta tecnología para abastecer a su población.
¿Cómo funciona la desalinización?
El proceso más común es la ósmosis inversa. Se trata de recuperar agua directamente del mar. Por eso, los sistemas de desalinización se instalan a orillas del mar. Pueden recuperar millones de litros en un solo día y tratarlos adecuadamente en tanques de filtración. La primera fase consiste en eliminar los residuos más grandes, como plásticos, detritos, residuos de combustible, cadáveres de peces, algas, arena, etc. Una simple operación de limpieza del mar.
A continuación, se pasa a la fase de ósmosis inversa. Es decir, se empuja con fuerza el agua a través de una membrana semipermeable. Esta operación separa las moléculas de agua de otras impurezas, incluida la sal. Las moléculas atraviesan la membrana y los compuestos salinos, pero también los posibles virus, bacterias y metales pesados, así como otras impurezas que puedan estar presentes, se separan.
Pero el agua aún no es potable. Para que lo sea, es necesario realizar un reequilibrio químico. Al agua, que resulta muerta, se le añade calcio y magnesio para hacerla apta para el consumo humano.
Al final la impurezas que se eliminan y se puede recuperar sonos:
Sales disueltas (principalmente cloruro de sodio)
Metales pesados (como plomo, mercurio, arsénico)
Bacterias y virus
Microplásticos y compuestos orgánicos
Contaminantes químicos de origen industrial o agrícola
¿Es costoso este proceso?
Sí, la desalinización requiere energía y tecnología avanzada. El costo varía, pero producir 1.000 litros de agua desalinizada puede costar entre 0.50 y 1 dólar, dependiendo del lugar, la fuente de energía y el tamaño de la planta.
Sin embargo, el costo debe analizarse en comparación con los beneficios sociales: acceso a agua limpia, mejora en la salud pública, desarrollo económico, seguridad alimentaria y reducción de conflictos por recursos hídricos.
Sería interesante que un único proyecto de desalinización de la zona centroamericana contara con la participación de los Estados hermanos, de modo que se pudieran compartir los costos y aprovechar las ventajas posibles para satisfacer las necesidades hídricas de las distintas poblaciones, aunque solo fuera mediante el embotellado y el envío de agua potable, si no fuera posible construir acueductos entre los Estados.
¿Y en Centroamérica? ¿Vale la pena invertir?
Definitivamente. Países como El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua sufren sequías recurrentes, agravadas por el cambio climático. Las fuentes tradicionales (ríos, lagos y pozos) se están agotando o contaminando.
La desalinización puede ser una solución estratégica para las zonas costeras con escasez de agua, especialmente si se combinan con energías renovables como la solar o la eólica para reducir los costos operativos.
Ventajas de invertir en plantas desalinizadoras:
Independencia hídrica para comunidades vulnerables
Reducción de enfermedades por consumo de agua contaminada
Creación de empleos técnicos y de mantenimiento
Atracción de inversiones en turismo y agricultura sostenible
Mirando al futuro
En un escenario donde la población crece y los recursos se reducen, convertir el agua de mar en agua potable ya no es una utopía, sino una necesidad. Las naciones con visión de futuro están incorporando la desalinización como parte integral de su política hídrica.
Centroamérica debe prepararse. Aunque la inversión inicial es elevada, los beneficios sociales y ambientales son a largo plazo. Apostar por la desalinización es también apostar por la resiliencia climática, la salud y el derecho universal al agua.
¿Hay un proyecto regional consolidado?
No hay actualmente ninguna planta desalinizadora en marcha que opere en esquema multinacional regional como la que describimos. No existe un proyecto regional de desalinización consolidado compartido por los países centroamericanos. Se han financiado y promovido iniciativas técnicas y de fortalecimiento institucional, así como el estudio de viabilidad para desalinización, pero aún no se ha llevado a cabo una planta regional común. La gestión del agua en la región avanza principalmente mediante cooperación técnica y estrategias adaptativas diversas, más que con proyectos de infraestructura hídrica compartida a nivel desalinizadora.
La integración regional hídrica en Centroamérica se desarrolla mediante mecanismos como el Proyecto Mesoamérica, pero hasta ahora enfocados más en infraestructura de transporte, energía, telecomunicaciones, salud y crisis alimentaria, más que en plantas desaladoras compartidas (Wikipedia).
Tampoco aparece, entre los programas de cooperación o financiamiento, un proyecto conjunto que agrupe a todos los países centroamericanos en una misma planta desalinizadora.
Cooperación técnica en agua y cambio climático
El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y ONU Medio Ambiente apoyan proyectos para mejorar la resiliencia hídrica en el Corredor Seco (El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Panamá y RD), con enfoque ecosistémico y eficiencia hídrica (news.un.org).
La FAO junto con la cooperación brasileña ha impulsado intercambio de buenas prácticas en gestión del agua y agricultura resiliente para la región SICA, pero no específicamente mediante desalinización (FAOHome).
Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financia el proyecto técnico RG‑T3857 para evaluar oportunidades en tecnologías de desalinización en América Latina y el Caribe, incluidos países centroamericanos (iadb.org). Sin embargo, esto está en etapa de cooperación técnica, no de implementación de una planta regional compartida.