Occidente ha construido un orden mundial basado en el libre comercio y el multilateralismo, pero hoy se enfrenta a una crisis de identidad entre aperturas y cierres nacionalistas.
La UE defiende las fronteras abiertas (Schengen) pero levanta barreras físicas (muros en Grecia, Polonia, etc.) y legislativas (políticas migratorias restrictivas). Ahora se planea seguir el (mal) ejemplo de Italia para descentralizar a los migrantes mientras esperan que se acepten sus solicitudes de asilo. Se les coloca temporalmente en otro país, a la espera de la decisión. Pero también podría estipularse que el asilo se conceda pero en el tercer país. En lugar de Albania, podría tratarse de Uganda. Obviamente a cambio de una contraprestación económica, que beneficiaría al Estado de acogida y debería actuar como elemento disuasorio para nuevos emigrantes.
Los defensores del liberalismo imponen ahora aranceles
Estados Unidos promueve el libre mercado, pero aplica aranceles (por ejemplo, los aranceles de Trump y Biden al acero chino) y subvenciona a las industrias locales (Ley de Reducción de la Inflación). Por un lado, las políticas de bienestar de Occidente con la renta mínima de trabajo y la prestación de apoyo tienden a favorecer a los que ganan poco o no tienen trabajo, y por otro deslocalizan la producción a países donde la mano de obra está mal pagada, no tiene derechos y es explotada. Esta tendencia, que favorece al capital, lo perjudica a largo plazo, porque los países productores pierden sus manufacturas deslocalizadas y pasan a depender de los países emergentes. Se critica la deslocalización, pero es un principio básico del capitalismo y al final se depende de las cadenas de valor mundiales (por ejemplo, los chips taiwaneses o los minerales raros africanos).
Declararse cristiano pero repudiar a los inmigrantes
Los discursos progresistas sobre la acogida de inmigrantes chocan con el auge de los partidos antiinmigración (por ejemplo, AfD en Alemania, Lega en Italia). Dejemos a un lado la propaganda racista que expresa teorías infundadas sobre la invasión de extranjeros como portadores de delincuencia y enfermedades, algo que está por demostrar. ¿Qué principios cristianos inspiran, por ejemplo, el uso de la violencia y la guerra para resolver disputas territoriales? Esto concierne a la Rusia cristiana y a la propia Europa, que ante el genocidio de los palestinos en Gaza se vuelve hacia otro lado. Cuando están en juego intereses geopolíticos, sólo se condena al agresor. Se ayuda al pueblo agredido que conviene. La contradicción reside en que el declive demográfico lleva a algunos países occidentales a recurrir a mano de obra externa, lo más cualificada posible, para suplir las carencias estructurales.
La fuga de cerebros y la desnatalidad acechan
Muchos jóvenes de Italia, España, Portugal y Grecia buscan empleo en Alemania, Inglaterra, los países escandinavos o en el extranjero. Las lagunas podrían colmarse con nuevas ciudadanías para los inmigrantes que llegan de Asia y África. Hasta ahora no ha habido ninguna política de integración, aparte de intentos esporádicos a los que se oponen los soberanistas, para compensar estos problemas.
En perspectiva, la disminución de la población activa en Italia puede crear desequilibrios para el pago de las pensiones. Italia podría recurrir a la cantera de hijos de inmigrantes italianos procedentes de América, sobre todo de América Latina, pero ¿qué hace? Con una ley restrictiva, reduce las oportunidades de los posibles solicitantes de la nacionalidad de declararse descendientes de italianos. Todo porque demasiadas solicitudes han atascado las insuficientes oficinas administrativas. Normalmente, cuando hay un problema así, se mejoran las oficinas, no se quitan derechos a quienes los tienen.