¿Qué significa realmente obtener la ciudadanía en un país como Italia? ¿Es verdad que se “regala” la nacionalidad a los extranjeros? ¿Y qué relación tiene todo esto con los descendientes de italianos en América Latina?
En el debate público sobre la migración, es común ver confundidos tres conceptos muy diferentes: la inmigración legal, el derecho de asilo y la concesión de la ciudadanía. Esta confusión alimenta discursos políticos extremos, malentendidos culturales y expectativas irreales tanto de los migrantes como de las comunidades que los reciben.
Ciudadanía no es lo mismo que permiso de residencia
Lo primero que hay que entender es que ser inmigrante regular o incluso refugiado reconocido no equivale a ser ciudadano. La ciudadanía es la última etapa de un proceso largo y complejo, no el punto de partida. Para un extranjero que llega a Italia, obtener un permiso de residencia le permite vivir, trabajar, estudiar y tener acceso a la salud pública. Pero para convertirse en ciudadano italiano, las condiciones son mucho más estrictas.
Requisitos para obtener la ciudadanía por residencia
En Italia, un inmigrante extracomunitario (de fuera de la Unión Europea) debe residir legalmente por al menos 10 años antes de poder solicitar la ciudadanía. En el caso de ciudadanos de la UE, el plazo es de 4 años. Para refugiados o apátridas, se reduce a 5 años.
Además del tiempo, el solicitante debe demostrar:
Un ingreso económico estable (suficiente para mantenerse sin ayuda del Estado).
Ausencia de antecedentes penales graves.
Conocimiento del idioma italiano en nivel B1 (intermedio).
Participación en la vida cívica, con respeto a las leyes y valores de la república.
Los trámites incluyen el pago de tasas administrativas (250 euros), gastos de traducciones juradas, y en muchos casos el coste de cursos de lengua o ciudadanía.
¿Hay exámenes obligatorios?
Sí. Desde 2018, el examen de lengua italiana es obligatorio para todos los solicitantes de ciudadanía por residencia o matrimonio (salvo quienes ya tienen títulos de estudio en Italia). El nivel B1 implica entender y usar expresiones cotidianas, redactar textos simples y participar en conversaciones.
En algunos municipios también se exige un curso de integración cívica: leyes básicas, derechos y deberes del ciudadano, historia y cultura italiana.
Ciudadanía por matrimonio: también con condiciones
Otra vía es el matrimonio con un ciudadano italiano. En este caso, se puede solicitar la ciudadanía tras 2 años de matrimonio (si se reside en Italia) o 3 si se vive en el extranjero. Si hay hijos nacidos o adoptados, el plazo se reduce a la mitad. Pero aún así, se exige:
Convivencia efectiva.
Ausencia de condenas penales.
Examen de idioma italiano.
Esto desmiente la idea de que casarse automáticamente otorga la nacionalidad. No es así. Es un proceso vigilado y revocable en casos de fraude o separación antes de obtener la ciudadanía.
El derecho de asilo no otorga ciudadanía
Los refugiados que huyen de guerras, persecuciones o catástrofes tienen derecho a protección internacional. Esto les permite residir y trabajar legalmente, pero no obtienen automáticamente la ciudadanía. Deben esperar 5 años, como mínimo, y luego iniciar el mismo proceso que cualquier otro extranjero.
Muchos de ellos, tras años de integración, estudio y trabajo, logran acceder a la nacionalidad. Pero no se trata de un regalo, sino de un reconocimiento a su esfuerzo y arraigo.
Los descendientes de italianos: otro debate
Mientras tanto, en América Latina se discute un tema diferente pero que a veces se mezcla: el derecho a la ciudadanía italiana por descendencia (ius sanguinis). Hasta hace poco, se reconocía sin límite de generaciones, siempre que se pudiera demostrar la línea directa con un ciudadano italiano emigrado. Hoy, sin embargo, Italia está evaluando restringir este acceso más allá de la tercera generación, sobre todo cuando no hay vínculo cultural o lingüístico con el país.
Esto ha generado frustración en muchas familias latinoamericanas que se sienten culturalmente italianas, pero que podrían quedar fuera de la nueva legislación. Sin embargo, es importante recordar que este es un tema totalmente distinto al de la inmigración actual desde África o Asia, y requiere un enfoque legal y político separado.
¿Por qué conviene a italia atraer nuevos ciudadanos?
Italia, como muchos países europeos, enfrenta un invierno demográfico: baja natalidad, población envejecida y escasez de mano de obra. En este contexto, una inmigración legal, calificada y bien integrada no es una amenaza, sino una oportunidad. La ciudadanía concedida a personas que ya han demostrado arraigo, respeto por la ley y deseo de contribuir, fortalece la cohesión social y aporta dinamismo económico.
Sectores como la salud, la construcción, el transporte y la agricultura dependen cada vez más de trabajadores extranjeros. Y muchos de ellos aspiran a integrarse plenamente, no solo como residentes, sino como ciudadanos con voz y voto.
Conclusión: sin miedo, con información
La ciudadanía italiana no se regala a los extranjeros. Se gana. A través del tiempo, el trabajo, la cultura compartida y el respeto mutuo. Confundir inmigración, asilo y nacionalidad solo alimenta el miedo y el prejuicio, cuando en realidad deberíamos hablar de derechos, deberes y oportunidades reales.
Informar con claridad es el primer paso para construir sociedades más justas, donde la identidad nacional no sea una frontera, sino un puente hacia el futuro.