Esquina-Cap-Pastene- ChileEsquina-Cap-Pastene- Chile

¿Te imaginas caminar por una aldea en medio de los bosques del sur de Chile y oler… “tortellini con ragù”? ¿Escuchar a una abuela decir “andiamo a la plaza” mientras prepara prosciutto artesanal? Pues no estás soñando: ¡estás en Capitán Pastene!

Un rincón absolutamente único, donde la Emilia-Romaña se cruzó con la Araucanía y dijo: “aquí nos quedamos”. Capitán Pastene (sí, con “n” y no con “m” al final, como buen chileno) es una pequeña localidad del sur de Chile, ubicada en la comuna de Lumaco, en la Región de La Araucanía. Hoy es famosa por tener una de las colonias italianas más curiosas y queridas del continente. No hay otra igual.

¿Qué hace un italiano en la Araucanía?

Para entender este fenómeno hay que viajar mentalmente a principios del siglo XX. Por aquellos años, un grupo de familias italianas, en su mayoría de Modena y otras partes de Emilia-Romaña, emprendió un viaje hacia el “Nuevo Mundo“. Buscaban oportunidades, tierras para cultivar, y un poco de suerte, como muchos inmigrantes de la época.

Pero estos no llegaron a Buenos Aires o São Paulo como tantos otros. No. A ellos les tocó llegar a Chile, y más específicamente, a un terreno selvático y montañoso que parecía cualquier cosa menos Italia.

¿Y qué hicieron? Pues lo que hacen los italianos mejor que nadie: adaptarse sin perder su esencia. Limpiaron la selva, construyeron casas, plantaron viñedos y, por supuesto, se trajeron consigo el arte de hacer pasta, embutidos, pan y vino.

Un pueblo con alma de trattoria

Hoy, Capitán Pastene tiene unos 2.000 habitantes, muchos de ellos descendientes directos de esos pioneros italianos. Lo mágico es que la cultura italiana no solo se recuerda, se vive.

¿Quieres probar tortellini caseros hechos según la receta de la nonna modenese? Aquí los tienes. ¿Te gustaría comprar prosciutto curado al estilo de Parma, pero con ingredientes chilenos? Aquí también. Incluso hay una fábrica artesanal de pasta y una ruta del jamón que atrae turistas desde todo el país.

Cada año celebran la “Festa Italiana”, donde hay música, desfiles, pastas, vino, misa en italiano, y hasta tíos que cantan como si estuvieran en una boda en Bolonia. La gente se viste con trajes típicos, los niños aprenden canciones tradicionales y todo el pueblo huele a salsa de tomate casera.

¿Y el idioma?

Aunque el idioma italiano se ha ido perdiendo con las generaciones (como pasa en muchas comunidades de emigrantes), aún quedan expresiones, nombres de familia, gestos y sobre todo, un acento chileno con sabor a lambrusco. Algunos abuelos siguen hablando italiano entre ellos, y hay quienes enseñan la lengua a los más jóvenes para mantener vivo el legado.

Arquitectura con sabor a las colinas italianas

No es solo la comida y la música: el pueblo tiene una estética muy peculiar. Muchas de las casas tienen techos inclinados, balcones de madera, y hasta colores que recuerdan a los pueblos del norte de Italia. Hay iglesias, plazas y hasta una trattoria que parece sacada directamente de una novela de Fellini.

Caminar por sus calles es como hacer un viaje en el tiempo… y en el espacio. Como si alguien hubiese recortado un pedazo de la provincia de Modena y lo hubiese pegado con cinta adhesiva en medio del sur de Chile.

¿Por qué esto importa?

Porque en un mundo cada vez más globalizado, estos rincones nos recuerdan que la identidad no se pierde, solo se transforma. Capitán Pastene es un ejemplo de cómo las raíces pueden florecer incluso en tierra ajena. Es una muestra de que la emigración no solo es sacrificio y distancia, también puede ser construcción, mezcla y futuro.

Además, para los italianos del continente —y especialmente para los descendientes de italianos en América Latina— este tipo de historias son como un espejo donde verse. Muchos tienen abuelos que cruzaron el océano con una maleta llena de sueños y recetas. ¿Qué queda de eso hoy? Pues mucho más de lo que uno cree.

¿Y si te animas a visitarlo?

Si estás por Chile, o planeas una ruta distinta, Capitán Pastene es una parada obligada. Puedes hospedarte en alguna casona antigua, probar la comida ítalo-mapuche (sí, ¡existe!), y respirar ese aire de nostalgia feliz que solo un pueblo con raíces profundas puede ofrecer.

Y quién sabe… quizás escuches a un viejito decir “mangia, niño, que te vas a desmayar“, mientras te sirve un plato de lasaña más chilena que italiana, pero con el corazón en Modena.

Capitán Pastene no es solo un lugar en el mapa. Es una historia viva, un rincón de memoria y afecto, un testimonio de que la cultura no tiene fronteras cuando se siembra con amor.

Carlo Raspollini

Por Carlo Raspollini

Periodista, presentador, autor, director y productor con una destacada trayectoria de más de 40 años en la Rai y otras cadenas líderes de radio y televisión en Italia. Especialista en consultoría gastronómica y sumiller AIS. Ideator de Eventos internacionales y format para radio-tv-web, combinando su pasión por la comunicación, marketing, advertising, con la cultura enológica y el medio ambiente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *