Cuando hablamos de helados en Perú, uno de los primeros nombres que se nos viene a la mente es D’Onofrio: un helado con historia italiana en Perú. Lo que muchos no saben es que esta marca tan querida tiene una historia que empieza muy lejos, en Italia.
Pietro D’Onofrio llegó al Perú desde Italia a comienzos del siglo XX. Como muchos inmigrantes italianos, vino buscando nuevas oportunidades. Y fue así como trajo al país una tradición muy suya: hacer helados. Con esfuerzo y dedicación, empezó un pequeño negocio que poco a poco fue creciendo hasta convertirse en una marca conocida por todos los peruanos.
Los helados D’Onofrio, como el “Copa K-Bana”, el “Doble Vainilla” o el clásico “Eskimo”, no solo son ricos, también tienen historia. Son el resultado de una mezcla entre el sabor italiano y el gusto peruano. Por eso, más que un simple postre, son parte de cultura la cultura italo peruana.
Además, los famosos carritos amarillos de D’Onofrio forman parte del recuerdo de muchas personas. Es común verlos en plazas, colegios o parques, especialmente en verano. Y aunque la empresa ha crecido mucho con los años, no ha perdido su sello familiar que la hace especial, aunque en la actualidad la marca pertenece a la coporación Nestlé.
La historia de D’Onofrio es un buen ejemplo de cómo la inmigración italiana dejó huella en el Perú. No solo en la comida, sino también en el esfuerzo, el trabajo duro y la pasión por hacer bien las cosas desde el emprendiemiento.
Cada vez que un peruano come un helado D’Onofrio, también está probando un pedacito de historia. Una historia que empezó con un inmigrante italiano y que, con el tiempo, se convirtió en un legado referente para los italo descendientes en Perú y el resto de latinoamérica.
Te puede interesar también: