Agua abierta - Escuelas de lluviaAgua abierta - Escuelas de lluvia

Vamos contandos historias que tienen un impacto profundo y duradero. Son relatos de innovación social que nacen desde barrios vulnerables, comunidades rurales o pequeños pueblos urbanos. Los protagonistas son jóvenes que han encontrado en sus raíces una brújula para construir futuro.

América Latina enfrenta enormes desafíos estructurales: acceso limitado al agua potable, energía inestable, brechas educativas y desigualdades persistentes. Pero también es un terreno fértil para la creatividad. Frente a la falta de recursos, surgen ideas audaces y prácticas. Tecnologías low-cost, plataformas digitales comunitarias y startups sociales se multiplican, no como excepción, sino como norma en muchos territorios.

Nos cansamos de esperar soluciones desde arriba. Decidimos crear las nuestras”, dice Luciana Capasso, una joven de Rosario, Argentina, nieta de inmigrantes italianos de Salerno. Ella lidera Agua Abierta, un proyecto que diseña sistemas de recolección y purificación de agua de lluvia para escuelas rurales del Chaco. “Es tecnología simple, pero cambia vidas”, explica. El equipo trabaja con materiales reciclados y forma a los propios docentes y estudiantes en su mantenimiento.

Como resolver la escasez de agua

Desde 2016 la Fundación Aguas trabaja en conjunto con las comunidades educativas del norte argentino para instalar estos sistemas, que se componen de una cisterna que almacena hasta 52.000 litros. Además de resolver la escasez de agua de 26 colegios, los alumnos, docentes y autoridades han recibido capacitaciones y compartido diferentes actividades acerca del cuidado del agua.

Tecnología con raíces

En Medellín, Colombia, otro ejemplo florece entre las colinas. Se trata de Sol Barrio, una red de jóvenes que, con conocimientos básicos de electrónica, instalan paneles solares en viviendas de zonas sin acceso a la red eléctrica. El proyecto nació en un taller informal organizado por Alessandro Rizzi, un ingeniero eléctrico de 29 años, cuyo bisabuelo llegó a Colombia desde Sicilia. “No es solo energía. Es dignidad, es autonomía. Y es comunidad”, afirma Rizzi, quien también capacita a nuevos instaladores en asentamientos de Bogotá y Cali.

Su iniciativa ha sido replicada en cuatro ciudades colombianas y está en diálogo con cooperativas rurales de Bolivia y Ecuador. Para él, su herencia italiana es más que un dato biográfico: “Crecí con valores de trabajo colectivo, respeto por la tierra y confianza en la educación como motor de cambio. Eso es lo que intento transmitir”.

Educación digital con corazón

En Lima, Perú, Valentina D’Alessandro, pedagoga y programadora autodidacta, creó Ñawi, una plataforma que traduce contenidos educativos al quechua y al aimara. Su objetivo: que niños migrantes o en zonas rurales puedan estudiar en su lengua materna con herramientas digitales accesibles. “Mi abuela, italiana, aprendió español de adulta. Siempre me decía que uno piensa mejor en su idioma. Aplicamos esa lógica a la educación intercultural”, cuenta Valentina, de 26 años.

Ñawi ya está en uso en escuelas de Cusco y Puno, y ha sido adoptado por voluntarios en comunidades amazónicas de Ecuador. Todo el software es libre, y los contenidos son cocreados con docentes indígenas.

Un nuevo modelo de innovación

Estas experiencias tienen algo en común: no son extractivas ni verticales. Nacen desde adentro, con participación activa de las comunidades. Son ejemplos de “tecnología con alma”, donde el conocimiento se comparte y los resultados se miden no solo en cifras, sino en bienestar, aprendizaje y empoderamiento.

También rompen con la narrativa dominante que asocia innovación con alta inversión, sofisticación técnica o ecosistemas urbanos. Aquí, la innovación surge desde la necesidad, pero se nutre del compromiso colectivo, de la identidad cultural, y de una mirada solidaria del futuro.

El rol de los jóvenes italo-latinoamericanos en este contexto es particular: muchos han heredado valores de sacrificio, adaptación y trabajo comunitario. En vez de buscar oportunidades en el extranjero, deciden sembrarlas en sus propios barrios.

Silencio mediático, impacto real

Pese al enorme potencial transformador, estas historias rara vez llegan a los titulares. No aparecen en rankings de innovación ni reciben rondas millonarias de inversión. Sin embargo, sus resultados son tangibles: comunidades con agua limpia, niños que aprenden en su idioma, familias con acceso a energía renovable.

Nos han enseñado a pensar que la innovación debe ser escalable y rentable. Pero también puede ser local y afectiva”, reflexiona Valentina. “Lo importante es que funcione para quienes la necesitan”.

Inspiración desde el sur

El sur global no es solo receptor de ayuda ni territorio de problemas. Es, cada vez más, generador de respuestas originales, adaptadas y humanas. América Latina, con su complejidad y su diversidad, se convierte en un laboratorio vivo donde la juventud —incluida la descendiente de migrantes italianos— está liderando un nuevo paradigma: uno donde la tecnología no excluye, sino integra; donde el conocimiento no se concentra, sino se distribuye.

Mi bisabuelo cruzó el océano con una maleta de madera. Yo heredé de él el impulso de construir, de no rendirme”, dice Rizzi. Y con él, una generación entera está demostrando que las raíces, lejos de anclar, pueden ser el punto de partida para volar alto.

Carlo Raspollini

Por Carlo Raspollini

Licenciado en Ciencias Sociales en el 1974 (Trento). Periodista, presentador, autor, director y productor con una destacada trayectoria de más de 40 años en la Rai y otros networks de radio y televisión en Italia. Especialista en consultoría gastronómica y sumiller AIS. Ideator de Eventos internacionales y format para radio-tv-web, combinando su pasión por la comunicación, marketing, advertising, con sociologia, cultura, medio ambiente.

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