Todos los días por la mañana y por la noche apretamos entre los dedos ese tubito que nos ofrece una forma rápida y saludable de mantener los dientes limpios y la boca con un olor fresco.
Imagina despertarte una mañana en el antiguo Egipto, con un aliento que podría derribar a un camello. ¿Tu solución? Un poco de ceniza de pezuña de buey mezclada con mirra. Sí, así empezó todo esto de la pasta de dientes, un invento que pasó de ser absolutamente repugnante a eso que hoy aprietas sobre tu cepillo mientras medio dormido miras al espejo.
No se sabe quien la inventó
La pasta de dientes no tuvo un solo inventor, sino que fue el resultado de siglos de prueba, error y, sobre todo, de gente desesperada por no tener la boca hecha un basurero. Los romanos, por ejemplo, descubrieron que la orina humana (sí, meando en una botella y usándola como enjuague) ayudaba a blanquear los dientes gracias al amoniaco. No es exactamente lo que hoy considerarías “frescura instantánea“, pero en aquel entonces era mejor que nada.
En la Etad Media se utilizaba miel, vinagre o tela con sal
Avanzamos un poco en el tiempo y llegamos a la Edad Media, donde la gente se limpiaba los dientes con cosas como vinagre, miel o incluso trozos de tela con sal. El problema era que, aunque quizás dejaban los dientes un poco más limpios, también les rompían el esmalte. No fue hasta el siglo XIX que alguien pensó: “Oye, ¿y si mezclamos jabón con un poco de tiza?“. Así nació algo parecido a lo que hoy conocemos, aunque seguramente sabía a lavar platos.
Pues vino la epoca de Colgate
Pero el verdadero cambio llegó cuando Colgate decidió meter la pasta en un tubo flexible. Antes venía en tarros y era un lío usarla. Imagina tener que meter los dedos en un frasco cada mañana… no, gracias. Con el tubo, todo se volvió más fácil, más higiénico y, sobre todo, más parecido a lo que hoy tenemos en el baño.
Como siempre lo más productor del mundo es la China
Hoy en día, China es el rey de la producción de pasta dental, pero son los suizos, japoneses y estadounidenses los que más la usan. Claro, también hay lugares donde todavía se limpian los dientes con ramitas o carbón, pero después de saber lo que usaban antes, no suena tan mal. Hoy en día, la pasta dental es un negocio gigante. Las marcas más grandes son Colgate-Palmolive (Estados Unidos) – Los reyes del tubo. Procter & Gamble (Dueños de Crest) – Sus pastas saben a goma de mascar. GlaxoSmithKline (Dueños de Sensodyne) – Para los que gritan con el helado. Unilever (Dueños de Signal y Pepsodent) – Dominan en Europa y Asia.
Me puedo preparar mi propia pasta dientes?
¿Y si quieres hacer tu propia pasta de dientes en casa? Bueno, aquí tienes una receta fácil y divertida para hacer tu propia pasta de dientes arcoíris:
Ingredientes:
4 cucharadas de bicarbonato de sodio (base limpiadora).
2 cucharadas de aceite de coco (antibacteriano).
1 cucharadita de sal fina (para minerales).
Colorantes alimentarios verde, rosa, azul (elige tus favoritos).
Unas gotas de esencia de menta (para el frescor).
Mezcla el bicarbonato, aceite de coco y sal. Divide la mezcla en varios recipientes. Añade un color diferente a cada uno. Mézclalo bien y ¡listo! El resultado serà Una pasta de dientes hipster y fotogénica. No será tan efectiva como la que compras, pero al menos no tendrá orina ni cenizas de animales.
La pasta es lo meno, conta más como se limpian los dientes
Lo más importante, sin embargo, es cómo te lavas los dientes. Porque de nada sirve la mejor pasta del mundo si lo haces como si estuvieras lijando una mesa. Inclina el cepillo, haz movimientos suaves, no olvides la lengua y, por favor, dedícale al menos dos minutos. Tu futuro yo (y cualquiera que hable cerca de ti) te lo agradecerá. Algunas personas utilizan bicarbonato de sodio en polvo para blanquear más los dientes. Pero no se debe exagerar porque el bicarbonato de sodio daña el esmalte.
Así que la próxima vez que aprietes ese tubo, recuerda: podrías estar usando polvo de ladrillo o jabón. En comparación, la menta fresca no suena tan mal, ¿no?