En un mundo que se ha homogeneizado e interconectado, muchas empresas estadounidenses operan en el extranjero con compañias y mano de obra locales, por lo que corren el riesgo de perjudicarse a sí mismas más que a Estados Unidos
El boicot contra todo lo estadounidense comenzó en Canadá, México y Europa. En las estanterías del supermercado di Sailing Group de Copenhague se colocaron carteles que indicaban el origen europeo, o no estadounidense, de productos alternativos, para inducir al boicot sin decirlo. La operación tiene además otro mérito, desde el punto de vista de la salud. Los productos estadounidenses están casi todos superprocesados. Es decir, contienen aditivos, conservantes, colorantes y correctores del sabor, que en cualquier caso los hacen peligrosos para los consumidores. La comida basura de los diversos Mac Donald’s, Burghy, KFC, Domino’s Pizza es famosa.
La reacción danesa se debe sobre todo a la demanda de comprar Groenlandia, como si un territorio soberano fuera una mercancía comercializable. Hubo un tiempo en que Estados Unidos compraba territorios a Francia y España. Pero ya no son esos tiempos. Lo mismo ocurrió en Montreal y Toronto (Canadá). Donde la gente se sintió ofendida por los aranceles, posteriormente aplazados, y por la supuesta anexión de Canadá a Estados Unidos como el 51º estado. En los 50 estados de EEUU también se produjeron marchas contra los aranceles, con grandes multitudes protestando contra las decisiones de Trump.