Tenemos que hacer con ciencia, realidad y exageraciones. ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Estamos realmente a las puertas de una revolución dental?
En las últimas semanas circuló en redes sociales una noticia que parecía salida de la ciencia ficción: un dentífrico creado en Londres a partir de queratina de cabello humano que, al entrar en contacto con la saliva, formaría cristales idénticos al esmalte natural. Según esa versión, no solo detendría la caries, sino que “reconstruiría los dientes, sellaría los nervios expuestos y eliminaría el dolor”, convirtiendo los residuos de las peluquerías en medicina regenerativa. Incluso se afirmaba que podría llegar al mercado en dos o tres años.
Lo que sí es verdadero
El origen científico existe: Investigadores del King’s College de Londres publicaron un estudio en la revista Advanced Healthcare Materials en agosto de 2025. Allí demuestran que la queratina extraída de la lana de oveja (no de cabello humano) puede formar una capa protectora sobre los dientes.
Cristales similares al esmalte: Al interactuar con los minerales de la saliva, la queratina se organiza en una estructura cristalina muy parecida al esmalte dental natural. Esto favorece la remineralización y ayuda a prevenir el desgaste del diente.
Producto sostenible: A diferencia de las resinas plásticas que se usan hoy en odontología, esta solución es más ecológica, menos tóxica y aprovecha residuos biológicos como la lana.
Posible uso clínico y comercial: Los investigadores plantean que en un plazo de dos a tres años podría existir una versión en forma de dentífrico de uso diario, o un gel especializado que los dentistas apliquen como si fuera un “esmalte líquido” protector.
Lo que es parcialmente cierto
“Reconstruye los dientes”: La queratina puede reparar el esmalte dañado y revertir microlesiones iniciales de la caries. Sin embargo, no reconstruye toda la estructura dental ni regenera dentina o hueso.
“Sella los nervios expuestos y elimina el dolor”: No hay evidencia de que llegue a capas tan profundas como los nervios. Lo que sí hace es proteger la superficie del esmalte y reducir la sensibilidad en casos de desgaste.
“Queratinización del cabello humano”: En el estudio no se usaron cabellos humanos, sino lana de oveja, que tiene una composición de queratina muy similar. Decir que se aprovechan “residuos de peluquerías” es una extrapolación creativa, no un hecho comprobado.
Lo que es exageración o aún no demostrado
“Medicina regenerativa inmediata”: Aunque se trata de un gran avance, aún está en fase de investigación y pruebas preclínicas. Falta evaluar su eficacia a largo plazo, su seguridad en diferentes grupos de pacientes y la forma más adecuada de incorporarlo en productos masivos.
“Inversión completa del daño”: Hoy en día ningún producto puede revertir totalmente caries avanzadas o dientes ya destruidos. El nuevo dentífrico representa un paso adelante en prevención y reparación temprana, no una “cura milagrosa”.
Un cambio de paradigma en odontología
Pese a las exageraciones, el avance es significativo. Si se confirma su eficacia, este dentífrico podría:
Reducir la necesidad de tratamientos invasivos como empastes o resinas.
Ofrecer una alternativa sostenible, aprovechando biomateriales naturales.
Democratizar la salud dental, ya que podría producirse a gran escala y a bajo costo.
La queratina no reemplazará a los dentistas ni hará innecesarias las limpiezas o revisiones, pero sí puede convertirse en un aliado poderoso en la lucha contra la caries y la erosión dental, dos de los problemas de salud bucal más comunes en América Latina.
Conclusión
La noticia viral contenía un núcleo de verdad pero adornado con exageraciones. Sí existe un avance real: la queratina, al interactuar con la saliva, puede formar una barrera protectora que remineraliza los dientes y previene el deterioro. Lo que no es cierto es que ya tengamos un producto capaz de reconstruir por completo los dientes o de regenerar nervios.
El futuro cercano apunta a un dentífrico o gel que podría estar disponible en dos o tres años, siempre que los ensayos clínicos confirmen su seguridad y efectividad. Lo importante es mantener el entusiasmo sin caer en falsas expectativas: no se trata de magia, sino de ciencia en desarrollo.