El Caribe y Centroamérica conocen de cerca lo que significa convivir con los residuos plásticos: playas cubiertas de botellas y bolsas, manglares atrapados en desechos y mares que, junto con las algas sargazo, amenazan el turismo y la pesca. En medio de este panorama, la historia de un joven holandés, Boyan Slat, y su proyecto The Ocean Cleanup ha despertado la atención mundial.
Boyan Slat, que tenía apenas 18 años cuando presentó su idea en 2013, se propuso lo que parecía imposible: limpiar el plástico acumulado en los océanos. Hoy, su organización ha logrado retirar ya más de 18 millones de kilos de residuos del mar y de los ríos.
La tecnología: de mar abierto a los ríos
La propuesta de Slat se apoya en dos grandes frentes:
Sistemas oceánicos en forma de “U”: enormes barreras flotantes con una especie de “falda” que se hunde 3 metros bajo el agua. Estas estructuras, arrastradas por las corrientes, concentran la basura plástica que flota en gigantescos parches como el del Pacífico Norte. La basura acumulada es retirada periódicamente por barcos de apoyo.
Interceptores fluviales: aquí está la clave para muchos países del Caribe y Centroamérica. Son embarcaciones estáticas, alimentadas con energía solar, que se instalan en los ríos y usan barreras para dirigir los residuos hacia una cinta transportadora. De ahí pasan a contenedores que, una vez llenos, son recogidos para reciclaje o disposición adecuada. Estos sistemas ya están operando en países como Indonesia, Malasia, Vietnam y también en la República Dominicana, donde un interceptor trabaja en la ribera del Ozama, en Santo Domingo.
El objetivo de Slat es ambicioso: colocar 1.000 interceptores en los ríos más contaminantes del planeta antes de 2030.
El dinero detrás del sueño
El proyecto no sería posible sin un fuerte respaldo financiero. En sus inicios, The Ocean Cleanup recaudó más de 2 millones de dólares en crowdfunding, gracias a 38.000 pequeños donantes de todo el mundo.
Después llegaron los grandes apoyos:
Donaciones millonarias de filántropos como Marc Benioff (Salesforce), Peter Thiel y Joe Gebbia (Airbnb) con 25 millones de dólares.
Macquarie Group Foundation nel 2019 con 10 millones de dólares.
Empresas como Coca-Cola y Royal DSM.
Campañas globales como #TeamSeas, (liderarda por Mr Beast) que aportó cerca de 15 millones de dólares.
Incluso el gobierno de Países Bajos otorgó fondos para el proyecto con 2,2 millones de dólares.
Este modelo híbrido de financiamiento, entre capital privado y respaldo público, le da sostenibilidad y legitimidad internacional.
Ventas de productos: En 2020, Ocean Cleanup lanzó unas gafas de sol fabricadas con plástico reciclado de la Gran Isla de Basura del Pacífico. Vendidas a 200 € cada una, apoyaron la labor de la organización.
Balances generales estimados: en 2020, 13 millones de dólares en donaciones (incluidas las ventas), flujo de caja a finales de 2020 de 38 millones de dólares.
Éxitos y tropiezos
El camino no ha sido fácil. Los primeros prototipos de barreras oceánicas sufrieron fallas técnicas y se rompieron en alta mar. Sin embargo, el equipo de Slat fue aprendiendo y hoy ya opera con el System 002, mientras prepara el System 3, mucho más grande y eficiente.
Entre los logros más visibles está la recolección de miles de toneladas de plástico en el Pacífico y el lanzamiento de productos hechos con ese material reciclado, como unos lentes de sol vendidos en 2020, cuya venta financió nuevas operaciones.
¿Es mejor limpiar en el mar o en los ríos?
La experiencia muestra que lo más efectivo es interceptar los residuos en los ríos antes de que lleguen al océano. El plástico que flota en mar abierto ya está fragmentado y disperso, lo que encarece y dificulta la limpieza. En cambio, actuar en las desembocaduras permite frenar el flujo de millones de toneladas anuales.
Slat lo resume en una frase: “Si queremos limpiar los océanos, tenemos que cerrar el grifo”.
El Caribe bajo amenaza: plásticos y sargazo
En el Mar Caribe, el problema es doble:
Por un lado, los plásticos que llegan arrastrados por ríos y corrientes oceánicas, muchos provenientes incluso de otros continentes.
Por otro, el sargazo, una macroalga que en exceso invade playas, sofoca ecosistemas costeros y ahuyenta al turismo, motor económico de países como República Dominicana, México, Jamaica o Barbados.
La combinación de basura y algas genera pérdidas millonarias al sector turístico y amenaza a comunidades pesqueras. Iniciativas como la de The Ocean Cleanup ofrecen una vía de esperanza, especialmente si se combinan con programas locales de educación ambiental, gestión de residuos y cooperación internacional.
Mirando al futuro
¿Se podrán limpiar los océanos por completo? Probablemente no al 100%. Pero la experiencia de Boyan Slat demuestra que la innovación, sumada al financiamiento y la cooperación global, puede lograr lo que parecía un sueño: reducir drásticamente la cantidad de plástico en mares y ríos.
Para el Caribe y Centroamérica, la lección es clara: invertir en sistemas de interceptación en los ríos, mejorar la gestión de residuos en tierra y fortalecer la cooperación regional es tan importante como atraer turistas. El mar es el corazón de estas naciones. Y cuidarlo no es solo un tema ambiental: es también un tema de economía, salud y futuro.