Un país atrapado entre el control político, las remesas y el aislamiento internacional. A pesar que es el país más grande de Centroamérica, es la penultima economia de America Latina, solo por encima de Haiti. Su economía se basa en la manufactura ligera, los servicios y la agriculturapero no podria resistir sin las remesas esxtranjera directa de sus emigrantes.
La realidad de Nicaragua en 2025 refleja una paradoja: crecimiento económico sostenido en algunos sectores, especialmente por el flujo de remesas, pero al mismo tiempo un cierre político sin precedentes y un aislamiento creciente en el plano internacional.
Con una población de 6,8 millones de habitantes quien se despierden en 130,373 kilómetros cuadrados, Nicaragua tiene un producto interno bruto de 13.626 millones de dólares y posee una PIB per capita de 2.141 dólares. El PIB nominal de Nicaragua alcanzó en 2023 los 17.800 millones de dólares, con proyecciones de superar los 20.000 millones en 2025.
Indicatores mixtos
La esperanza de vida es de 74,6 años y la mortalidad infantil de 14 por cada mil nacidos vivos. La pobreza afecta a un 12,5 % de la población bajo la línea de 3,65 dólares diarios, mientras que el desempleo oficial ronda el 3,4 %, aunque la informalidad laboral es muy elevada.
Las remesas familiares representan cerca del 27 % del PIB, sosteniendo el consumo interno y funcionando como una red de seguridad para cientos de miles de hogares. Esta dependencia refleja la fragilidad de un modelo económico donde los salarios locales siguen siendo bajos y las oportunidades limitadas.
Economía: avances con límites estructurales
El crecimiento económico reciente se apoya en tres pilares. Las remesas como motor principal del consumo interno. Construcción y comercio con un dinamismo particular en zonas urbanas. Turismo: a pesar del deterioro de la imagen internacional, el sector muestra resiliencia, con un flujo constante de visitantes europeos y canadienses interesados en naturaleza y ecoturismo.
Sin embargo, Nicaragua enfrenta problemas estructurales: baja diversificación productiva, dependencia de materias primas y servicios, bajo nivel de inversión extranjera y déficit en innovación y educación.
Turismo: resiliencia bajo control político
El turismo, que antes de 2018 era uno de los motores de la economía, sufrió un fuerte retroceso tras la crisis política y la represión de las protestas. Aun así, en los últimos dos años se ha recuperado parcialmente. Destinos como Granada, León, San Juan del Sur y la Costa Caribe mantienen atractivo internacional, mientras que proyectos de turismo rural y comunitario buscan reposicionar al país como destino alternativo en Centroamérica.
El control político, sin embargo, también se extiende a este sector: concesiones hoteleras, proyectos de infraestructura y permisos de operación suelen estar ligados a empresarios afines al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), lo que limita la competencia y ahuyenta inversiones independientes.
Política interna y estructura del FSLN
El FSLN ha pasado de ser un movimiento revolucionario con diversidad interna a convertirse en un partido de control centralizado, dominado por Daniel Ortega y Rosario Murillo. La reforma constitucional de 2024, que los nombró copresidentes y extendió el mandato a seis años, selló la transformación hacia un sistema político de corte dinástico.
La estructura del partido funciona hoy como una red vertical de control político y social:
La pareja Ortega-Murillo (en la foto) concentraen sus manios el poder absoluto. Los Consejos del Poder Ciudadano y estructuras locales actúan como redes de vigilancia social. La Juventud Sandinista es el brazo de movilización y propaganda. La Policía y paramilitares, integrados incluso por “voluntarios encapuchados”, aseguran el control callejero. Las purgas internas, como la reciente contra Bayardo Arce, muestran que no se tolera disidencia ni dentro de la propia élite sandinista.
Política exterior: aislamiento y nuevas alianzas
El país ha profundizado su aislamiento internacional tras abandonar organismos como ACNUR, FAO, OIT, OIM, UNESCO y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Las tensiones con Costa Rica y Honduras aumentaron con la reciente ley que amplía a 15 km la franja fronteriza bajo control militar.
En contraste, Nicaragua fortalece lazos con China y Rusia, buscando inversión en infraestructura, energía y, en el caso chino, reviviendo la idea de un canal interoceánico alternativo al de Panamá. Estos alineamientos también buscan respaldo geopolítico frente a las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea.
Narcotráfico, EE.UU. y el espejo venezolano
El corredor centroamericano es clave en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Aunque el gobierno nicaragüense afirma mantener una política de “cero tolerancia”, analistas señalan que existen acuerdos tácitos con carteles regionales para mantener el tránsito controlado y evitar choques violentos.
En este contexto, las relaciones con Estados Unidos son tensas: Washington aplica sanciones a funcionarios sandinistas, mientras Nicaragua responde con un discurso soberanista y con acercamientos a Caracas, Pekín y Moscú. La situación guarda similitudes con Venezuela: aislamiento internacional, dependencia de aliados externos y un aparato estatal que usa la represión como principal herramienta de estabilidad.
Oportunidades y escenarios futuros
Pese al sombrío panorama político, Nicaragua posee potencial en varios ámbitos:
turismo sostenible, con mercados europeos y canadienses dispuestos a buscar experiencias alternativas.
Energías renovables: el país tiene recursos geotérmicos, eólicos y solares aún poco explotados.
Agricultura orgánica: creciente demanda de café, cacao y productos diferenciados.
El problema central es que estas oportunidades requieren estado de derecho, seguridad jurídica e inversión extranjera, condiciones debilitadas por el autoritarismo.
Mientras tanto, el futuro del país depende de tres factores clave
La evolución del régimen Ortega-Murillo. La presión internacional y las sanciones. El papel de las remesas y el turismo como amortiguadores de una economía atrapada entre el control político y la globalización.
Nicaragua en 2025 se mueve en una cuerda floja: crecimiento económico limitado pero real, sostenido por el trabajo de su diáspora y un turismo resiliente; y, al mismo tiempo, un poder político concentrado en una pareja presidencial que ha convertido al FSLN en un aparato de control absoluto. El país refleja un escenario que se parece cada vez más al de Venezuela: un régimen autoritario que sobrevive aislado, pero con la incertidumbre permanente de hasta cuándo resistirá el equilibrio entre represión, remesas y resistencia social.